Cómo llevarte bien con la suegra (si, es posible) (2024)

A. Santos Madrid

Un inaudible "socorro" sale de boca de Lucía. Tiene 48 años y dos hijos. El mayor, Diego, acaba de cumplir 20 y estudia segundo de Derecho. Desde hace unos meses, deambula ensimismado por la vida, no se despega del móvil ni un segundo y casi todos los fines de semana duerme en casa de un amigo. Las alarmas se disparan. Estos síntomas solo pueden responder a esa "cosa" llamada novia.

Las sospechas se confirman gracias a un tercer grado, digno de una inspectora de policía, durante una cena familiar. "Sí, se llama Julia y me encantaría que la conocierais", reconoce Diego. El mundo se detiene y el pollo no pasa de la garganta. Lucía solo es capaz de visualizar a un grupo de señoras agitando los pompones: "¡Bienvenida al club de las suegras!".

Se masca la tragedia

Hasta entonces, la protagonista de esta historia solo era madre; un papel difícil pero gratificante. ¿Quién no se acuerda de su querida progenitora en los momentos más importantes de su vida? Agradecer un premio, comprarse un piso... Pero pasar a ser "la suegra" es otra cosa. Prueba a googlear la palabra y descubrirás lo que es la inquina en estado puro. Miles de comentarios y anécdotas para poner a la madre de tu pareja a caer de un burro. Y chistes tan malos como demoledores: "¿Qué tal es tu suegra?". "Un ángel". "Qué suerte, la mía todavía no se ha muerto".

Suegra y nuera, dos palabras que con solo nombrarlas juntas se masca la tragedia.

¿Por qué la madre política con permiso del cuñado y la pérfida madrastra es la figura más denostada de la familia? Sobre todo, cuando se trata de la madre de él y quien la juzga es su nuera... Suegra y nuera, dos palabras que con solo nombrarlas juntas se masca la tragedia. "La relación entre ellas es con frecuencia conflictiva porque comparten lo que más quieren: su hijo/marido. Así que nos encontramos con un elemento de posesión y competencia afectiva que contamina la relación", explica el psicólogo Alberto Bermejo, experto en terapia de familia del gabinete Eidos de Alicante. ¿Y cómo se explica que entre suegra y yerno las cosas sean más fáciles? "No siempre es así, pero normalmente los hombres se distancian más de los temas familiares".

Pensemos en Jane Fonda, Jennifer Lopez y Michael Vartan en La madre del novio. Una película que no pasará a la historia del cine pero que refleja cómo este triángulo puede ser más peligroso que el de las Bermudas. El argumento es de manual: Viola, una madre entrometida y egocéntrica que ha criado entre algodones a su único hijo, un cirujano guapo y de éxito, tiene que aceptar que éste se ha enamorado y quiere casarse con Charlotte.

A partir de aquí nos encontramos con una mujer que, llevada a la parodia, encarna a todas las suegras tóxicas en una: entrometida, mandona, criticona, acaparadora, histérica, mártir, cotilla, inoportuna... Con una nuera que se debate entre aguantar o ponerse pinturas de guerra, y un hijo que se escuda en el socorrido: "Bueno, ya conoces a mi madre".

Las hay de todo tipo, incluso buenas. Si quieres ser una de ellas, evita comportante como este top ten de suegras tóxicas que ha elaborado Lola Kabuki en su libro ¡Socorro! No soporto a mi suegra.

No seas una de ellas...

  1. 1

    La niñera. Trata a su hijo como un bebé que no puede valerse por sí mismo.

  2. 2

    La insatisfecha. Él es un desastre, pero le parece que su nuera no es lo bastante buena.

  3. 3

    La pedigüeña. Cree que su hijo es su asistente personal o su chófer y lo reclama constantemente.

  4. 4

    La celosa. Tiene "pelusa" de su nuera y dice cosas como: "Pues a mí nunca me has llevado a cenar a ese sitio" o "Su regalo es mejor que el mío".

  5. 5

    La víctima. No tiene culpa de nada y el mundo se ha confabulado en su contra. ¿Perdón? Jamás.

  6. 6

    La entrometida. Confunde su casa con la tuya. Duda de tu capacidad como madre y opina.

  7. 7

    La materialista. Piensa que estás con su hijo para gastarte todo su dinero (aunque no tenga).

  8. 8

    La manipuladora. Tiene una versión de las cosas alejada de la realidad y no puedes fiarte.

  9. 9

    La rebelde sin causa. Negativa, quejica y criticona, si algo te molesta dirá que eres "demasiado susceptible" o que ella "es así".

  10. 10

    La falsa. Amable y encantadora si estás presente, no duda en criticarte a tus espaldas.

"Se lo debo todo..."

La bilbaína Lola Kabuki, aficionada a la psicología e ilustradora, aunó sus dos pasiones en el libro ¡Socorro! No soporto a mi suegra, un divertido manual sobre el conflicto suegra-nuera. Tras más de cinco años de estudio e infinidad de entrevistas, Lola identificó la raíz del problema.

"Muchas veces, cuando los hijos se van de casa para crear su propia familia, los padres se resisten a perder ese poder que hasta ese momento ejercían sobre ellos e identifican al "culpable" en la persona que se lo ha "arrebatado": su pareja. Entonces aparecen las críticas a la hija política por hacerla responsable directa y exclusiva de las tareas del hogar, del cuidado de los hijos y del bienestar del marido. El hecho de que ambas sean mujeres, pertenezcan a generaciones diferentes y tengan distintas formas de entender la vida contribuye a esa falta de sintonía".

Los padres identifican a la pareja como "culpable" de ser la persona que les ha "arrebatado" a su hijo/a.

Por eso los celos de ida y vuelta y la rivalidad entre suegra y nuera son un clásico. Cuestiones aparentemente tan banales como quién hace mejor la tortilla de patata o duerme antes al niño pueden ser el origen de una auténtica batalla campal. Y no se te ocurra poner al hijo/marido en la tesitura de tener que elegir entre una y otra porque podrías llevarte un disgusto.

"Mi madre era la mujer más guapa que he conocido. Además, todo lo que soy y mi éxito en la vida se debe a la educación moral e intelectual que recibí de ella", solía decir en sus discursos el primer presidente de Estados Unidos, George Washington. Probablemente a su esposa Martha no le quedaba otra que morderse la lengua.

La psicóloga norteamericana Terry Apter nunca se llevó bien con su suegra. Hija de un matrimonio de médicos judíos de Chicago, se casó con un profesor de Cambridge criado en la típica familia inglesa de clase media formada por un padre militar y una madre ama de casa. Desde el primer momento, la afinidad entre ambas fue como la de dos púgiles sobre el ring.

"Ella solía decía que yo era una buena esposa, pero yo no quería ser una buena esposa, quería ser una buena compañera. Yo daba clases y escribía libros, pero ella únicamente alababa mi forma de hacer la colada o de cocinar; mi marido era el importante y yo solo su apoyo", explica la psicóloga.

Esta experiencia llevó a Apter a escribir 'What Do You Want From Me? Learning to Get Along with In-laws' ('¿Qué quieres de mí? Aprender a llevarse bien con los suegros'), un libro con el que trató de demostrar que la mala relación entre madre e hija políticas no era solo una leyenda urbana. Tras un largo estudio, concluyó que el 60% de las nueras califica como "tensa", "incómoda", "exasperante", "deprimente", "vacía", o sencillamente "horrible", la relación con su suegra.

El 60%

de las nueras califica como "tensa", "deprimente" o "vacía" su relación.

La familia política y sus opiniones sinceras

"Si en algo fallé fue en cómo menosprecié el impacto que mis suegros tendrían en mi matrimonio, mi vida personal y mi bienestar", admite Terry Apter, a pesar de ser una sexagenaria madre de dos hijos y estar "felizmente" casada. Y no le falta razón. José Manuel Aguilar, psicólogo de familia en Córdoba y docente, lo corrobora.

"Tras 20 años trabajando con parejas, no me cabe la menor duda de que la intromisión de elementos externos en la vida diaria de una pareja es uno de los problemas más frecuentes. Y estos surgen por no respetar los roles de cada uno y el lugar que se debe ocupar. Cuando la familia política opina sobre asuntos que solo incumben a los miembros de la pareja, como es el caso de la educación de los hijos, los conflictos no tardarán en llegar".

Con la familia política no nos comportamos igual

No hay que olvidar que, cuando nos casamos con nuestra pareja, nos guste o no, también lo hacemos con su familia. "Y sin con nuestros parientes somos bastante tolerantes y les permitimos muchas cosas porque albergamos sentimientos hacia ellos, con la familia política no nos comportamos igual", explica Lola Kabuki. Para Alberto Bermejo, "cuando la relación con la familia política es óptima, su apoyo es fundamental, pero como sea mala, resulta muy desestabilizadora".

Según el estudio La postmodernización de la familia española, realizado por Gerardo Meil, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, entre parejas jóvenes de esta comunidad, la principal fuente de conflictos es la relación con la familia política. Concretamente, más de la mitad de los encuestados manifestaron tener discusiones sobre la familia política de vez en cuando y un 4% confesaba discutir continuamente por ella. El terapeuta barcelonés Antonio Bolinches va todavía más lejos: "En las parejas jóvenes la infidelidad es la primera causa de ruptura, pero en las maduras son, sin duda, los problemas familiares".

Todas somos buenas

Si Cuba y Estados Unidos han conseguido enterrar el hacha de guerra, que una madre y una hija políticas logren limar sus diferencias no debería ser tan difícil. Pero ambas deben poner de su parte; también la nuera, que no siempre es la buena de la historia. "Tiene tendencia a estar a la defensiva, a captar las señales negativas que le lancen, o que crea que le lancen", apunta Lola Kabuki.

Una buena nuera, según los expertos consultados, debería cumplir, como mínimo: tener empatía es probable que algún día tú también seas suegra; evitar la rivalidad; no compararla con tu madre que, seguramente, también te pone de los nervios, pero claro, es tu madre; y no faltarle al respeto. En cuanto a la suegra: aceptar que tu hijo es independiente y ha formado su propia familia, no tratar de imponer tus normas, acatar los roles de cada una (el tuyo es ofrecer ayuda, nada más) y no criticarla.

"Con buena voluntad y diálogo, todos los conflictos pueden solucionarse afirma Antonio Bermejo. Solo en casos muy complejos o con gran carga de agresividad se debería acudir al psicólogo para que actúe de mediador". Kabuki aporta un consejo más: "Habla con tu pareja. Es el nexo de unión entre tu suegra y tú, y aunque su situación sea complicada no puedes permitir que se desentienda". Y "bueno, ya conoces a mi madre" no es una opción.

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